Mostrar publicidad
25 de September del 2015 a las 10:50 -
Tweet about this on TwitterShare on FacebookShare on LinkedInPin on PinterestEmail this to someone
Agapo Palomeque: “Estamos en crisis, aunque no se diga”
El ex Director del IPA y ex Diputado por Canelones disertó en Mercedes. En contacto con la prensa local opinó sobre la actual situación de la educación.

(Por Enrique Lécaille) El Profesor Agapo Palomeque -ya retirado de la docencia, pero con una vasta trayectoria como docente de Filosofía en el campo de la educación secundaria y como profesor de ciencias de la educación en la formación docente-, opinó en Mercedes sobre varios aspectos de la actualidad educativa del país. Palomeque, ex legislador y ex Director del Instituto de Profesores Artigas (IPA), autor de numerosos escritos sobre la educación nacional, estuvo este jueves en Mercedes disertando en el Instituto de Formación Docente “Maestro Mario A. López Thode”, en el marco del proyecto del Departamento de Historia que está a cargo del Profesor Oscar Gilardoni. Previo a su exposición, fue consultado acerca de la situación de conflictividad que atraviesa la educación en el país.

-¿Cómo observa el panorama que se está viviendo en el país, sobre todo en materia educativa, cuando se reclama mayor presupuesto para la educación y se han generado situaciones de agitación?

“Yo creo que estamos en crisis aunque alguien no quiera decirlo. Las crisis pueden desembocar en algo muy positivo o no. Me da la impresión de que no se previó que pudiera venir un período de ciclos, como ha ocurrido siempre en la historia. Por lo tanto, en tiempos de bonanza no se invirtió concienzudamente  en materia educacional, previendo que pudiera haber restricciones. Eso tiene una consecuencia inevitable, me parece a mí, que es la protesta social. Una protesta social que es legítima, pero que es muy difícil mantener dentro de los límites de la realidad. Este episodio en una dependencia del CODICEN mostró que, por un lado, un sector de estudiantes ocupó la sede. Yo soy de los que opinan que la ocupación no es una consecuencia legítima del derecho de huelga, porque tiene muchas otras consecuencias, entre otras la de que el estudiante o docente que no acepta la huelga no tiene otra salida que verse forzado a ir a una huelga en contra de sus opiniones. Es decir, en el caso del trabajador se violenta el derecho al trabajo, con la ocupación, porque si el local está ocupado nadie puede trabajar, y en el caso del estudiante se violenta el derecho de la libertad de conciencia, porque si él por alguna razón, equivocado o en acierto, decide no aceptar la huelga no tiene forma de ingresar a un local que ha sido ocupado. Esta ocupación podría haberse realizado como se ha realizado en otras ocasiones, en las que se labra un acta, por medio de escribano, se respetan los documentos, nadie tiene acceso a los expedientes y no hay daños. Acá parece que sí los hubo porque apareció una serie de expedientes tirados en el suelo. Y el aspecto negativo para mí no fue  el desalojo sino que algunos sectores hubieran aprovechado para promover disturbios, disturbios que una vez que los promueve alguien, también la Policía o las Fuerzas Armadas puede cometer excesos. Eso es inevitable y además lamentable. Me hace acordar a algunas de las situaciones que vivimos cuando éramos adolescentes, en la década del 60. Aquellos vientos trajeron las tempestades que vinieron después. De modo que, dentro de ese panorama de agitación, debe haber un límite. La agitación en sí no es mala, pero debe haber un límite, una ponderación de hasta dónde se puede llegar. Y eso se está perdiendo. En esta situación se está discutiendo por presupuesto de la educación, junto a otros presupuestos, igualmente valiosos, como por ejemplo el de la salud, el de la vivienda y el de la seguridad de las personas, que depende de varios ministerios. Y por supuesto estamos en una situación en la que el monto del dinero disponible no alcanza para cubrir ni la mitad, creo yo, de lo que se pretende, de lo que se soñó. Eso sucede siempre. Los presupuestos son siempre insuficientes, pero en este caso particular me permito enfatizar (como jubilado) que en el período anterior, se gastó en forma inmoderada y no se previó la posibilidad de ahorrar o invertir en cosas que ahora vamos a necesitar”. 

-¿Qué cosas cambiaría usted, básicamente, apuntando a lograr mejores resultados en la educación, y qué tiempo se necesitaría para alcanzar ese objetivo?

“Yo creo que hay que cambiar muchísimas cosas y eso será muy difícil de hacer, porque es una tarea de años, una tarea que excede los mandatos políticos. Y lo hemos visto: cada electo que va a la educación, al CODICEN, por ejemplo, intenta imponer su estilo, se olvida del anterior, y cuando termina viene otro que viene a corregir todo, como si quisiera pasar a la historia por alguna obra duradera. Si no hay una política de Estado que vaya más allá de los períodos legislativos el tema de la educación no se soluciona. Y no se soluciona porque tiene que arrancar primero con la familia del niño, con la familia del adolescente. De algún modo hay que crear ámbitos saludables. Hay que hacer una política de empleo, una política de vivienda, otra de Salud Pública, una política de acostumbramiento a las pautas pacíficas de convivencia que muchas familias no la tienen.  Hoy viene el niño a gritarle a la maestra o viene el adolescente a destratar al docente. El lenguaje de los alumnos del liceo no es el lenguaje de los alumnos que yo conocí cuando yo era profesor, y mucho menos el lenguaje cuando yo era estudiante. Se ha perdido el respeto, la apreciación de que el otro vale, aunque sea mucho mayor que él, de modo que eso lleva muchos años. Hay que hacer una tarea de conscientización, de educación de los padres. Hay que darle a los padres la oportunidad de que se  eduquen también, no en el sentido de ir a clase, sino que puede ser influido por los valores que se impregnan en el liceo”.

-¿Cuáles son los obstáculos o problemas principales que usted visualiza en cuanto a los cursos, exactamente?

“Hay un problema de transición. De la escuela al liceo hay un salto. Ya Julio Castro en 1943 se quejaba de que no había una transición natural entre sexto año de Primaria y primer año de liceo. Nosotros estamos todavía con eso. No hemos encontrado la fórmula, aunque muchos pensadores la dieron, como por ejemplo Sabas Olaizola. En la década del 30 Sabas Olaizola creó un sistema que se llamaba “maestros asociados”. Su propuesta triunfó en Venezuela y Ecuador y no en nuestro país, no se aplicó a pesar de que él era uruguayo. Hay una escuela de Las Piedras que lleva su nombre. Ése es un problema. Después hay otro vinculado con las asignaturas, con la compartimentación de materias. Habría que hacer un movimiento en dos sentidos: menos materias, más tiempo del docente con el alumno, y por otro lado ajustar el plan de estudios a las exigencias de la vida. El que completa cuarto año sale sin entender para qué estudió y para qué le sirve lo que estudió. Ésa es una grave deficiencia de nosotros, los profesores, que nos hemos acostumbrado a un sistema compartimentado de materias. Química no tiene nada que ver Física. Física no tiene nada ver con dibujo. Geografía no tiene nada que ver con música. Ese parcelamiento ya no existe más en una realidad que es no sólo dura y cruel sino vertiginosa en su modalidad de cambio. Hay que preparar al chico para una sociedad nueva. No sólo trabajar con los padres. No sólo que haya disponibles libros y bibliotecas y mecanismos para que el alumno estudie con comodidad sino que también hay que cambiar la mentalidad de los profesores, para que las clases no sean aburridas. Y además el profesor tiene que conocer al alumno. Un profesor que quiera ganar lo suficiente para mantener una familia tiene que trabajar en una cantidad de clases, viendo por día, de repente, 400 o 500 alumnos. Es decir, habría que convertir el profesor en maestro. Además hay que darle al alumno oportunidades para que no se aburra, porque el alumno hoy día tiene infinitas atracciones del medio ambiente que lo están atrayendo y las clases no son atractivas. Antes eran atractivas, cuando no había esa atracción irresistible, de cine, de la música estridente, de las fiestas, de la sexualidad prematura, de la liberación femenina, etcétera. De manera que no sólo hay que cambiar las materias, hay que cambiar la mentalidad de los profesores y de los directores, cambiar la mentalidad de los inspectores y sobre todo del elenco que controla y dirige, del Concejo Directivo Central, de los concejos desconcentrados. Quizás haya que separar algunos Concejos desconcentrados, para que trabajen con más autonomía. Pero que no se pase de la medida al extremo que no haya coordinación. Todo eso, creo, en el fondo necesitaría 10 o 15 años de prudencia, de análisis, de estudios, de pequeñas modificaciones, todo rumbeando para el mismo lado. Enfatizo eso. Y además falta una infraestructura de carácter económico que no sé si el país está en condiciones de dar en estos momentos”.

(3198)


COMENTARIOS

Quiere comentar esta noticia?

* Campos obligatorios
* Nombre:
* Correo Electrónico:
* Comentario:
* Caracteres
Composite End
WordPress Appliance - Powered by TurnKey Linux