En el Día Internacional de la Mujer Rural celebrado el 15 de octubre, el Consejo Agropecuario de Soriano y el Departamento de Desarrollo de la Intendencia de Soriano organizaron un concurso de cuentos entre alumnos de 5° y 6° año de Escuelas rurales de Soriano.
Se pretendía que los chicos narraran leyendas, anécdotas, vivencias, ejemplos de vida y recuerdos de mujeres referentes de la comunidad rural. Se presentaron más de 20 trabajos. En el festejo del Día Internacional de la Mujer Rural realizado en la Escuela Técnica “Carlos A. Guerra” de Cardona, estos trabajos fueron expuestos. El ganador surgió por voto popular, ya que todos fueron leídos y cada uno de los participantes votó de acuerdo a sus preferencias.
El ganador del concurso fue el cuento el número 10 perteneciente a Rodrigo González de 6º año de la Escuela Nº 68 de Monzón con “Cuento Verdadero”; y es una precisa descripción de la realidad de muchas familias del medio rural. Una realidad que para los habitantes de la ciudad puede resultar extraña o lejana en el tiempo.
Rodrigo se hizo acreedor de un viaje en el Catamarán “Soriano I” por el Río Negro para toda la Escuela otorgado por la Intendencia.
A continuación compartimos el cuento escrito por Rodrigo:
“Cuento Verdadero”
“Mi mamá se llama Gladys Falero, siempre vivió en Paraje Monzón; siendo niña se crió con su mamá y hermanos.
Una familia muy pobre; vivía de la caza de animales, pesca y de la huerta.
Ella cuidaba a los hermanos mientras la mamá o sea mi abuela; trabajaba cortando maíz y deschalando. También mi mamá ayudaba a cortar paja para quinchar el rancho donde vivían porque era de un señor que les había dado para vivir, pero había que mantenerlo arreglado.
Vivían a 12 km. de Cardona, donde se iba a surtir y se veía médico, se iba a pie o en bicicleta; muy pocas veces se agarraba tiraje.
En la tardecita se iba a pescar para consumo, cuando escaseaba mucho la comida, mi tío y mi madre, con 8 y 9 años, salían a otros arroyos y campos lejos de la casa a pescar y casar nutria; la que comían la carne y vendían el cuero. En el verano casaban los lagartos que también consumían carne y se vendía el cuero, casaban perdiz con cimbras o de noche con farol a queroseno con un gorro, la atrapaban ellos, eran muy unidos.
Mi madre me cuenta que se encargaba de todas las tareas de la casa. Antes de ir a la escuela baldeaban el agua para lavar la ropa; dejaba todo en remojo, lavaba, enjuagaba y tendía. En la tarde jugaban a la escondida todos los hermanos y mi abuela; después mi madre ordeñaba una vaca que le había prestado el señor dueño del rancho para sacar leche para consumo.
Con una bolsa juntaban leña de sauce y molle en la costa; la leña era para prender la cocina de leña la que tenían para cocinar y calentar agua para bañarse en un latón. En invierno todos rodeaban la cocina a leña para mantenerse calentitos. Recuerda que un día no tenían leña porque llovía mucho; tenían un primo que marchaba a queroseno cocinaban en él, los días que el arroyo crecía ella le había puesto un ladrillo arriba para calentarse porque estaba muy frío y no había casi ropa de abrigo; la pobreza era grande ella usaba un short de un vaquero viejo roto que le había cortado las piernas; estaba todo desflecado y estaba tan encima del primo que empezó arder del frío que tenía; no se había dado cuenta que se estaba quemando, se le empezó a pegar la ropa, cuando se dio cuenta ya era tarde, le quedo la tal quemadura; hasta ahora lleva la cicatriz.
Ella ahora tiene 31 años, tiene tres hijos a la cual está criando sola, trabaja de auxiliar de servicio en la escuela de paraje Monzón donde ella curso primaria, viaja en moto y a veces caminando; vive a 5 km. de la escuela.
Esa es la historia de mi madre”.
Rodrigo González