(Por Enrique Lécaille) El 16 de enero del 2011 fue un domingo de calor asfixiante en Mercedes y la región. Las playas estaban colmadas de bañistas que buscaban mitigar la canícula en las aguas del Hum. Era insoportable. Faltaba el aire. De pronto, una turbonada sembró pavor en la zona. Volaron techos de casas particulares, cayeron árboles, columnas, cables y hasta una antena de radio y hubo un par de personas heridas. Toda la ciudad se quedó entonces sin energía eléctrica, hasta que cuadrillas de operarios de UTE lograron restablecer el servicio unas horas después. La ira de la naturaleza castigó también la infraestructura edilicia de un par de instituciones deportivas. La fuerza del viento dañó la sede social del Club Barrio Nuevo del pujante Barrio 33 Orientales, en el oriente de Mercedes, aunque la peor parte la sufrió el club Pacaembú, al desplomarse el techo de su Gimnasio “Javier Novales Mayol”, situado a una cuadra de la Rambla Batlle y Ordóñez. Por un milagro no hubo que lamentar muertos. En unos segundos la institución se había quedado sin escenario y sus equipos de baloncesto obligados a utilizar otra cancha para entrenar y jugar oficialmente. Fue entonces que Pacaembú pasó a oficiar como locatario en el rectángulo descubierto del Club Bristol, que se había solidarizado con la institución amiga. Recordamos haber visto a Bruno Lagomarsino, Álvaro Sosa y otros jugadores, actuando a la intemperie en el escenario bohemio, con la conducción del “alemán” Diego Acosta Kluver. Había que ponerle el pecho a las balas. El golpe había sido enorme y había dejado su impacto anímico muy grande en la familia azul. Pero, como el ave fénix -aquel animal mitológico que se consumía por acción del fuego cada 500 años, para luego resurgir de sus cenizas-, Pacaembú supo renacer. Apenas dos años y medio después de aquella dramática jornada, el club pudo habilitar otra vez su gimnasio, reconstruido a través de un convenio con el Ministerio de Transporte y Obras Públicas y con el apoyo de otras entidades, pero fundamentalmente gracias al amor de su gente, que jamás bajó los brazos. Hoy, cuando todo aquello es historia, Pacaembú acaba de experimentar una de sus emociones y alegrías más grandes de su vida institucional, porque cerrando una extensa y pareja temporada de básquetbol de mayores, pudo escribir otra de sus páginas más heroicas, superando a un durísimo Praga en reñidas finales que fueron presenciadas `por una multitud como nunca antes se había podido observar en el Gimnasio de Remeros. Todos aquellos hinchas de Pacaembú que un día soportaron las consecuencias de la traumática caída del techo del “Novales”, disfrutan hoy de un título deportivo ganado también con base en el esfuerzo y en el trabajo grupal. Pacaembú demostró que no sólo renació, sino que lo hizo con toda su gloria.
Foto: El Gimnasio Novales, cuand fue habilitado nuevamente,en julio del 2013 (del archivo de @gesor)