Si bien un intento de robo para una ciudad grande pasa desapercibido, para pequeñas localidades como José Enrique Rodó genera inseguridad y un clima  de que “los tiempos han cambiado”. El miércoles 26 de setiembre Miguel Mesa volvía a su casa después de una jornada de trabajo, y vio a un individuo que había ingresado con intenciones de robar.

Miguel Mesa  vive y trabaja sobre el camino Duraznito. Su casa está a pocos metros de su trabajo, un galpón donde se dedica a construir diferentes artículos de hormigón (bebederos, y comederos para animales, columnas, caños). El miércoles 26, cerca de las 8 de la noche, constató que dentro de su casa había un individuo que entró con intenciones de robar.  Afortunadamente no pudo llevarse nada,  ya que la reacción de Mesa llevó a que este hombre emprendiera la huida a campo traviesa.

En diálogo con @gesor Miguel Mesa relató los hechos que son una descripción perfecta de lo que son las ciudades del interior uruguayo: de puertas sin llave ni pasadores, y donde un hecho delictivo cobra un significado muchísimo mayor que en ciudades de gran tamaño donde puede ser cosa de todos los días.

Aunque en los últimos días José Enrique Rodó se ha visto sacudida por una serie de hechos delictivos de los cuales nos hemos ocupado y que vienen generando intranquilidad en la población.

¿Cómo sucedieron los hechos?

-Fue el 26 (se setiembre). Llegaba a casa y veo la puerta abierta. No era  un movimiento común. No era mi señora ya que había ido a buscar la nena al inglés. Cuando voy a entrar veo que hay un tipo alumbrando, aparentemente con un celular, por la  luz blanca. Alto flaco.  Al entrar se disparó por la puerta del fondo. Atiné al correrlo pero al oscuro no pude. Salió para atrás de la Barraca de Lazo, y ya no lo vi más.

¿Te llevaron algo?

-No alcanzaron a llevarme nada.

A la puerta del fondo me le arrancó la bisagra al disparar.

¿Cómo entró?

-La puerta del frente estaba sin llave. Una de las costumbres de aquí. Toda la vida ha sido así, no pasaba nada. Ahora hace un tiempito que se está complicando la cosa, viene mucha gente extraña. Gente por trabajo, y por distintas razones.

¿Pudiste identificarlo?

-Al oscuro no puedo decir quien es. No es del pueblo. Hace pocos días que anda en el barrio, incluso está viviendo en el barrio.

Los perros del vecino lo corrieron, y por la forma en que lo corrieron disparó directo para la casa donde está.

¿Hiciste la denuncia?

-Si.

¿Cuánto hace que vivís acá?

-Toda la vida.

¿Te había pasado alguna vez?

-No, nunca

Y de toda la vida de dejar la puerta abierta.

-Si. Arrimada, pero con llave jamás.

¿Notas un cambio en el pueblo?

-Si hay muchísima gente extraña. Ahora me he puesto  mas  desconfiando mirando todo.  Nunca fui de observar. Veía que  había gente que no era del pueblo pero como cualquier laburador  lo mirás y nada más, pero que ahora como que no podés confiar. Y como que tenés que andar de otra manera, cuidándote de todo.

Hace 20 y pico de años atrás por ahí éramos gurises, íbamos a un baile y nos pasábamos de copas, y su nos caíamos en la calle y cuando mucho nos recostaban en un poste o algo para que no nos cayéramos; pero volvías con toda la plata  sin importar con quien hubieras estado. Eso se terminó. Es mas, hoy por hoy si tenés algún peso, el sueldo o lo que sea,  tenés que  manejarte por el banco y no tocarlo como, que te están observando todos los movimientos.

¿Y con respecto  la policía que tenés que decir?

Como que tienen que ser más drásticos. Pueblo chico como el nuestro todo se sabe,  o más o menos se rumbean las cosas. Como que tendrían que seguir un poco más ese tipo de cosas. Tendrían que tener más potestades de poder venir y pedirle la cédula  a una persona  que viene. Gente que te das cuenta que no son de acá y andan observando. Aunque sea pedirle la cédula, quién sos, dónde vivís, por qué andás acá. Una forma que paren un poquito el ojo.