José Bonica, presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), en su discurso en la Rural valoró el rol del empresario y los aportes del sector a la sociedad y reconoció los logros del gobierno. Sin embargo, enumeró varias carencias: la tardanza en reglamentar el Impuesto a la Concentración de Inmuebles Rurales (ICIR), la incumplida reforma del Estado, la baja calidad de la educación, el apagón logístico y la luz amarilla encendida en la competitividad.El primero de los cuatro aplausos que recibió en los 15 minutos de su oratoria surgió tras subrayar el valor del rol de las empresas y de los empresarios, “dándole cada vez más trabajos a los uruguayos, algún día vamos a reconocer como se merece la importancia de los empresarios en este país”.Antes había señalado que “cuando el campo se mueve, se mueve todo, el pueblo chico, el grande, la ciudad, el país, se mueve el trabajo, nos movemos todos”.Aseveró que eso lo comprobó la academia, pero que también “lo sabe la gente”. Reveló datos de una encuesta que la ARU encargó a Cifra –realizada en Montevideo y alrededores–: ocho de 10 dijeron que cuando al campo le va bien a Uruguay le va bien; tres de cada cuatro piensan que el campo era importante para tener más puestos de trabajo; y uno de cada dos dijeron que esa visión sería aún mejor en un plazo de 10 años.Señaló que el producto bruto per cápita “ha crecido mucho, hemos llegado a US$ 15.000” y “lo estamos distribuyendo mejor”.Bonica dijo desconocer dónde termina el sector pues sus beneficios “traspasan las porteras”, llegando “al bar, a la farmacia”.Mencionó como una fortaleza el acceso a los mercados, algo que da seguridad, con una demanda externa persistente pese a las crisis, elogiando el creciente reconocimiento a productos cuya base es “la integridad de los uruguayos”, ya que la etiqueta que va dice lo que realmente ese producto es, “algo cada vez más valorado”.“El rol gremial no es presionar, no es reclamar, es dar la mejor visión posible a quienes tienen que tomar decisiones en políticas públicas antes que se tomen”, dijo, citando el peso de dialogar sobre debilidades que hay que revertir.El sector durante estos 10 años “invirtió, incorporó tecnología, innovó y aumentó la productividad” y “la competitividad es una luz que se empieza a encender como amarilla”. Sobre el tipo de cambio, “sabemos que el esfuerzo es grande”, mas advirtió que el gobierno “puede y debe rendir más”.“Nos falta confianza”, admitió. Dijo que se han pedido siempre reglas claras y estables, pero “algo está pasando”. Y para graficarlo optó citar “cómo nos ven desde el exterior”. Informó “un dato que no es menor: hasta 2006 la inversión extranjera directa se focalizaba en el campo, ya no es más así (...) si bien ha seguido creciendo no somos el principal destino”, instando a atender esa señal.Añadió que no es importante discutir si el campo está bien o mal, pues lo valioso es discutir “si estamos donde debemos estar, si estamos dando todo lo que podemos (...) podemos ser mucho más dinámicos, tenemos mucho más para dar, no nos conformamos, queremos ir por más, debemos ir por más, hay un país esperando”. Allí surgió el segundo aplauso.Alzando su mano derecha, dijo que –cuando asumió la presidencia de la ARU– se la ofreció al ministro de Ganadería para trabajar juntos. Citó el valor que tienen en el país manos como esa, que sellan pactos más fuertes que cualquier contrato, cortan taipas para regar chacras, ensillan caballos, prenden tractores y cosechadoras y colocan pezoneras. “Son manos que hacen y esas manos recuerdan palabras del gobierno”, aluendiendo a anuncios como la reforma del Estado: “estamos esperando”, manifestó. “No estamos educando como fuimos educados nosotros, y eso nos duele”, reclamó. Y aludió al “apagón logístico” que “lo estamos viendo” y que “queremos novedades”, y al ICIR, citando la inconveniente demora en la reglamentación de la ley. Celebró que se haya laudado en el impuesto a los semovientes.Le pidió al ministro avanzar sobre sus anuncios del banco de hierro y fósforo, en el fideicomiso de tierras y sobre la chance de “ahorrar pensando en nuestro retiro en el campo, lo hace el extranjero, ¿por qué no nosotros?”.Bonica afirmó que esas manos “aplauden y felicitan, sin temor”, a quienes ejercen derechos cívicos e impugnan leyes “cuando tienen fuertes vicios de inconstitucionalidad”, aludiendo al ICIR, generando un tercer gran aplauso. Y el aplauso final llegó cuando exclamó: “¡viva esta bendita patria!”
Fuente: El Observador