(Por Enrique Lécaille) Sorprendida de la extraordinaria historia que tiene Soriano en general y en particular de la riqueza que encontró en el cementerio de Mercedes respecto a sus símbolos esotéricos, Maritza Vieytes dialogó con @gesor acerca de su visita a nuestro departamento este último fin de semana.
Maritza Vieytes es una consultora internacional y docente universitaria, oriunda de Durazno, ciudad donde estuvo radicada hasta que se trasladó a Montevideo para proseguir sus estudios terciarios. Pero al margen de su profesión, desde el año 2010 incursiona con éxito en la literatura, publicando novelas de corte histórico para el sello editorial Tierradentro. La presentación de su último libro, La Palabra Perdida, fue justamente lo que la trajo a Soriano. La obra fue lanzada en el Centro de Eventos “Blanes Viale” de Mercedes (Artigas y Blanes Viale) y en la Estación Fluvial de Villa Soriano, ante numeroso público.
-¿Cómo evalúa su visita a Soriano?
“Muy positiva, desde todo punto de vista, tanto en Mercedes como en Villa Soriano, donde pude hacer un hermoso recorrido turístico, repleto de historias y emociones. Y muy contenta con la aceptación que tiene mi libro, como ha ocurrido en otros lugares donde lo he presentado. Esta vez, por ejemplo, vino gente de Montevideo, para la presentación en Villa Soriano, lo cual me resultó muy gratificante”.
-¿De qué trata La Palabra Perdida?
“Es una novela histórica que apela en alguna medida a lo que es la simbología dejada por Francisco Piria. A través de sus personajes, Francisco Piria y Aurora Signorelli, recorremos la simbología presente en Piriápolis. Por eso la escena del libro se centra especificamente en esa ciudad, la única del mundo, según los registros conocidos, diseñada por una única persona, en este caso un gran emprendedor y un gran alquimista. Piria decidó la mayor parte de su vida a la alquimia. La impronta de Piriápolis, con sus símbolos masones y alquímicos que aun perduran, se debe a su constructor, y eso he tratado de transmitirlo en La Palabra Perdida, una novela que ha tenido una aceptación sorprendente por parte de los lectores, una aceptación muy interesante, sobre todo considerando que salió a la venta hace poco, en febrero, y sin embargo ya estamos pensando en sacar la segunda edición”.
-¿Por qué ese título?
“Hay una leyenda que cuenta que la humanidad tiene una palabra perdida y que para encontrarla hay que buscarla en el interior de cada uno de nosotros. Es decir, no se trata de algo que esté fuera de nosotros”.
-¿Qué la inspiró fundamentalmente a escribir este último libro?
“Uno de los objetivos que me propuse cuando decidí escribir La Palabra Perdida fue recuperar al emprendedor que significó Francisco Piria, un emprendedor de una importancia trascendental para el desarrollo del país, pero intenté también descubrir a Piria desde su condición de alquimista, tal vez el mayor alquimista que el Uruguay supo tener. Pero cuando digo alquimista me estoy refiriendo al sentido metafórico de la expresión. Es decir, no al hombre que busca transformar los metales para convertirlos en oro, sino al que busca una transformación interior”.
La búsqueda del Conocimiento
-¿Hay un hilo conductor con sus libros anteriores, es decir con El León de Caprera y Las Voces de Pasado?
“Sí, sin dudas hay un hilo conductor con las novelas anteriores. Todo comienza con El León de Caprera, en el que escribo sobre la vida de Giuseppe Garibaldi en esta zona del mundo, viendo las creencias y los valores que rigieron la vida de ese personaje histórico que luchó por unificar Italia. Ahí ya aparecen algunos elementos de la masonería, como sucede también con La Palabra Perdida. En el 2012 publico Las Voces del Pasado, una novela que está vinculada esencialmente a lo que es América precolombina, lo que nos legaron las culturas precolombinas. En esa segunda novela la pregunta esencial es de dónde surge el conocimiento. Y acá también, en La Palabra Perdida, hay una pregunta que tiene que ver con los conocimientos que manejó Francisco Piria y que dejó plasmados en su arquitectura. A mí lo que me inquieta es de dónde vienen los conocimientos. Por mi profesión y mi trabajo, he tenido que viajar mucho por distintos países, y yo he tratado de aprender al máximo. Cuando visito un edificio, por ejemplo, observo todo, trato de capturarlo todo, el piso, el techo, los símbolos, porque por alguna razón están. Todo es símbolo, me dijo alguien una vez, y desde entonces trato de capturarlo con mi espríritu. Eso es lo que me mueve y ése es el hilo conductor entre mis libros. Yo creo que aprrendemos a lo largo de la vida, que estamos aquí esencialmente para aprender, y es inquietud se mantiene en mis novelas”.
-¿Ya tiene en carpeta un próximo libro?
“Sí, ya estoy pensando en otro libro, que va a continuar esta temática, es decir lo que es simbología y aprendizajes. No tengo el título, pero la temática será la misma”.
“Una experiencia increíble”
Antes de la presentación de la obra, Maritza Vieytes participó de una visita guiada al cementerio mercedario, dirigida por el arqueólogo Aparicio Arcaus, responsable del Museo “Berro” que funciona en el Castillo del Barón y Vizconde de Mauá, en las inmediaciones de Mercedes.
-¿Qué impresiones se llevó de la necrópolis mercedaria?
“La visita al cementerio fue una experiencia verdaderamente increíble. No me imaginaba la riqueza que tiene el cementerio desde el punto de vista arquitectónico y de la simbología. Ha sido también un encuentro con gente que no conozco y que sabe muchísimo sobre simbología.
-Considerando lo que ha podido descubrir a través de esta visita: ¿es posible que en algún libro de su autoría pueda hacer alguna mención a Soriano?
“Pienso que sí. Vi cosas interesantísimas, relatos que me cautivaron. Además la próxima novela va a tener como escenario otros lugares del país, así que no descarto que en algún momento pueda aparecer Soriano”.